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 «pero Dios impidió que lo reconocieran» Lucas 24:16

Segunda Parte

Jesús, el Dueño y Creador de todo cuánto existe, no quería ser descubierto por dos hombres que caminaban hacia Emaús. ¿Qué sentido lógico tiene que Aquel que quería mostrar su amor a toda la humanidad se escondiera a los ojos de una pareja de campesinos que se dirigían camino al campo? ¿Acaso no debía confirmar públicamente el milagro de la resurrección? ¿No era el tiempo de demostrar lo que realmente era? ¿Acaso afirmando que era el Salvador del Mundo no acabaría con la incredulidad de un grupo de personas que aún dudaban de su poder?

Antes de escribir la segunda parte de esta serie, pensé por algún tiempo: ¿Por qué Jesús quiso ocultarse? ¿Por qué veló los ojos de estos dos hombres? ¿Qué propósito quería lograr?

Me encontraba sentado en una mesa almorzando cuando se acercó un conocido a conversar sobre diferentes temas. Comenzamos hablando sobre las películas que hacían llorar a las personas y terminamos conversando sobre la Pasión de Cristo y sus diferentes escenas de martirio. Sin mucho preámbulo y cambiando el tema, él mencionó: «A mi me llama la atención la historia de los dos hombres que se dirigían a un lugar… No me acuerdo el nombre… Pero Jesús se les apareció y decidió ocultar su verdadera identidad… Jamás hubieran creído que era el Jesús que hace unos días derramaba su vida en la cruz».

Quiero hacer un paréntesis aquí. Podemos recibir respuestas tan exactas así como las preguntemos. Me gusta una canción de Juan Luis Guerra que se llama «Tan Solo He Venido». En alguna estrofa de la melodía, él pregunta a Dios: ¿cuéntame cómo es la piel del sol? Esa pequeña frase me eriza la piel. Es una pregunta que no haríamos en un tiempo de oración, más bien sería una consulta que haríamos a libros de ciencia o de astronomía. En otras palabras, Jesús nos contesta de maneras inesperadas, creativas y que exceden nuestro estándar. Una pregunta que hice: ¿por qué te ocultaste a dos hombres? me fue contestada horas después en el almuerzo a través de un diálogo sin precedentes.

¡Por supuesto! Jesús había cambiado todo su semblante en cuestión de algunos días. Había pasado por la metamorfosis de la resurrección. Su cuerpo era otro. Su mirada era diferente a la que exhibía allá en la cruz. Sus manos y sus pies ya no sangraban. Sus rodillas se habían enderezado nuevamente. Su color de piel había recuperado su tono. La epidermis de su cuerpo ya no estaba flagelada por los latigazos de los soldados romanos. ¡Su apariencia se había restaurado a una imagen nunca antes vista!

Dios trabaja de formas misteriosas y a veces «extrañas». Fácilmente pudo haber expresado en primera instancia que Él era el hombre que habría de resucitar de la muerte. Sin embargo, dejó que los hombres descubrieran el mensaje por sí mismos. Conocer a Dios tiene que ver con un acto voluntario que nos pertenece y nadie más puede asumir por nosotros. Creer en Jesús es una actividad individual del ser humano, aún cuando Dios se encuentra caminando a nuestro lado. ¿No será que el Creador del Cielo camina a tu lado y no te has dado cuenta que los pasos que suenan a tu alrededor son de Aquel que ama tu alma?

En muchas ocasiones, Dios encubre su identidad y su forma de actuar en nuestras vidas para que podamos hacer conciencia sobre la necesidad que tenemos de conocerle. Ese descubrimiento nos llevará a tomar una decisión perdurable y no una emocional que pueda acabarse cuando venga la primera turbulencia en nuestra fe. La razón principal de que Jesús se ocultara detrás de la personalidad de un acompañante de viaje fue porque quiso que aquellos dos hombres caminaran al Emaús de su corazón, al descubrimiento personal, a una convicción sobre el Jesús de los relatos. ¡Hay una transformación en el corazón del hombre cuando conoce la imagen del Dios vivo y deja de lado el Dios de los relatos antiguos!

Después de ese acontecimiento en la conversación, me siento muy identificado con la pregunta que hace Jesús a los hombres. ¿De qué vienen hablando? ¿Acaso Jesús no sabía lo que había ocurrido? ¿No era Jesús el personaje principal de esa novela en el Gólgota? Los hombres responden: ¡Debes ser el único que no sabe  lo que ocurrió! Es una afirmación que muchos hemos hecho, y lo exploraremos en la parte III de esta emocionante historia.

Continuará…